Simplesmente espetacular, emocionante e arrepiante.
Neste final de semana concentrei-me em ficar mais de 7 horas à frente da tv para, enfim, assistir ao documentário tido por muitos -- e, doravante, por mim também -- como um dos melhores documentários políticos já realizados: "A Batalha do Chile", de Patrício Guzmán, concluído em 1979 após quase 10 anos de meticuloso trabalho.
Trata-se de um registro impecável, com uma análise absurdamente próxima e completa do que foram os quase 3 anos do governo de Salvador Allende como presidente do Chile, eleito pelo povo após a união de toda a esquerda chilena -- era a "Unidade Popular", com os partidos socialista e comunista, entre outros -- e que se traduziu no primeiro país do mundo a caminhar ao socialismo pela via democrática, já aqui entendida em sua mais ampla acepção -- e não apenas no "sufrágio universal" --, vez que atende aos verdadeiros interesses público e do povo, a exemplo do que hoje já acontece na Venezuela, na Bolívia, no Equador e, no prélio, no Paraguai.
Allende, com lealdade à Constituição e, maiormente, inteligência, amor, coragem e vontade, levou o Chile a transformações jamais vista em um país sul-americano, a cuidar de temas e problemas difíceis e complexos pelos quais todo o povo -- salvo as elites burguesa e política, claro... -- esperava já há 500 anos, adotando medidas inéditas para o lado de cá abaixo do Equador, em especial ligadas às nacionalizações dos recursos naturais (em especial o cobre), ao apoio irrestrito (mas, claro, condicional) ao processo de construção do "poder popular", com as ocupações de fábricas e latifúndios, e à construção da participação direta através de assembléias locais e regionais.
Porém, a insurreição da burguesia nacional e do capitalismo estadunidense -- raivosos desde a vitória de Allende nas urnas, em 1970 -- com múltiplas e cruéis ações de sabotagem, lideradas financeiramente pela CIA, politicamente pela mídia e postas em prática por um Congresso Nacional que tinha maioria conservadora e da direita, conseguiu, não obstante o esforço das classes populares, literalmente paralisar o Estado, levando ao Golpe Militar e à morte de Salvador Allende (v. aqui, como lembrança aos 35 anos da sua morte). Em suma, tudo muito parecido com o que aconteceu por aqui, no Golpe Militar de 64, com exceção ao fato de que João Goulart, ao contrário do que Allende fez e do que Leonel Brizola queria fazer, não resistiu e se acovardou.
Sobre o filme, especificamente, o cineasta foi além dos temas espetaculares, filmando desde assembléias de fábricas, passando por trabalhadores do campo, moradores de bairros construindo um abastecimento alternativo, até militantes de direita, as manifestações da burguesia nacional e os projetos de intervenção articulados pelos EUA. Mostra, enfim, a luta de um homem e de um povo para se livrar das amarras históricas e selvagens que, com toda a injustiça, relegavam à pobreza e à miséria toda uma explorada população, em espúrio privilégio de uma elite burguesa burra, arrogante e reacionária.
São 3 partes: o "Poder Popular", a "Insurreição da Burguesia" e o "Golpe de Estado", além de uma quarta parte, repleta de especiais, inclusive com um mini-documentário, de 1 hora, sobre as últimas horas de Salvador Allende dentro do Palácio de La Moneda (aqui um trailer).
E, como prévia, ouça, aqui, o último e arrepiante discurso de Allende, feito à "Rádio Magallanes", de Santiago do Chile, concomitante aos bombardeios e minutos antes da invasão promovidos pelos militares em nome da burguesia nacional e do capitalismo estadunidense. Outrossim, transcrevo-o aqui, para uma leitura reflexiva e contagiante que muito vale:fd
“Seguramente ésta es la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de radio Portales y radio Corporación.Mis palabras no tienen amargura, sino decepción, y serán ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron... soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino que se ha auto designado, más el señor Mendoza, general rastrero... que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al gobierno, también se ha nominado director general de Carabineros.
Ante estos hechos, sólo me cabe decirle a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar!Colocado en un trance histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos no podrá ser segada definitivamente.Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen... ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.Trabajadores de mi patria: Quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley y así lo hizo.En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección.
El capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara Schneider y que reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas, esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir
defendiendo sus granjerías y sus privilegios.Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros; a la obrera que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños.Me dirijo a los profesionales de la patria, a los profesionales patriotas, a los que hace días estuvieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clase para defender también las ventajas que una sociedad capitalista da a unos pocos.Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron, entregaron su alegría y su espíritu de lucha.Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos... porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente en los atentados terroristas,
volando los puentes, cortando la línea férrea, destruyendo los oleoductos y los gasoductos, frente al silencio de los que tenían la obligación de proceder: estaban comprometidos. La historia los juzgará.Seguramente radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa, lo seguirán oyendo.
Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos, mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal a la lealtad de los trabajadores. El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición, pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición”.